Una corte de apelaciones brasileña mantuvo una condena por corrupción contra el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, en un grave revés para los planes del político más popular del país de volver a presentarse como candidato a presidente.
Dos de tres jueces votaron por mantener la condena contra Lula por recibir sobornos y por lavado de dinero, además respaldaron el pedido de los fiscales de elevar la sentencia a prisión para el político, que está en libertad porque siguen habiendo alternativas de apelación.
Lula, de 72 años, fue condenado en julio de 2017 a nueve años y medio de prisión por aceptar 3,7 millones de reales, cerca de 1,18 millones de dólares, en sobornos de la firma de ingeniería OAS. El caso involucra un apartamento en el balneario de Guarujá y está enmarcado en la operación «Lava Jato» (Lavado de Autos) que investiga una red de corrupción en torno a la petrolera bajo control estatal Petrobras.
Lula, el primer presidente de la clase trabajadora de Brasil y que gobernó el país entre 2003 y 2010, todavía puede apelar para retrasar una decisión final y evitar ir a la cárcel. «Estoy extremadamente tranquilo y consciente de que no cometí ningún crimen», había dicho Lula en su cuenta de Twitter antes de que hablaran los jueces.
El juez del tribunal de apelaciones Pedro Gebran desestimó los argumentos de los abogados defensores de que la condena por recibir un soborno y lavado de dinero carecía de pruebas y estaba motivada políticamente. El magistrado Leandro Paulsen también respaldó las dos condenas. «Lamentablemente, Lula se corrompió», dijo durante el juicio del miércoles el fiscal del Ministerio Público Mauricio Gerum, quien agregó que es difícil imaginar que un sistema de drenaje de los cofres de la petrolera haya ocurrido sin que el entonces presidente de la república lo supiera.
Decenas de miles de partidarios han protestado en las calles de Porto Alegre contra lo que ven como una persecución política al ícono de la izquierda brasileña, quien fue condenado en primera instancia por el juez Sergio Moro. La exclusión de Lula de las elecciones cambiaría radicalmente el panorama político antes de una campaña en la que es el favorito, con el 36 por ciento de las preferencias, según Datafolha. Eso es el doble del porcentaje de su rival más cercano, el legislador de extrema derecha Jair Bolsonaro, cuya campaña se ha visto impulsada por el sentimiento antiLula.
Lula acusó a sus enemigos de intentar sacarlo de la arena política, tal como a su juicio lo hicieron en 2016 con su sucesora Dilma Rousseff, cuya salida del gobierno puso fin a 13 años en el poder del Partido de los Trabajadores.